sábado, 7 de agosto de 2010

Momentazos Glee I: Dancing With Myself

Inauguramos una serie de (cof, cof) "ensayos" o "instantáneas" sobre nuestros momentos dilectos de la serie amada. Artie se merecía el primer "Momentazos Glee", ¿o no?

¿Qué es Glee? Una serie, de esas so hot right now que le gusta a Paul (si, obvio al Sir Paul), a Madonna y que hace que Coldplay se retracte (por no donar temas, Glee hace milagros pero no de esos). Pero, en serio, ¿qué es Glee? “Una pavada” dice el extranjero reacio. Fine. Digámoslo como corresponde: Glee es LA pavada. Pavada real. Y real no por Sir ni por Dancing Queen. Es real por que toca el nervio exacto, sincero, latente, visceral de la pasión de los débiles: Glee encontró y perfecciono un sistema poético (si, po-é-ti-co) para desactivar esa cuenta regresiva que era y es la nostalgia que se ríe por lo bajo y de los bajos, educada en VH1. Vino, escuchó y conquistó: muto el uso camp de la música, la que escuchan/escucharon/ escucharan todos, en algo realmente nuevo. Cuando Glee baila y reversiona su playlist, corta y confecciona una versión que el mundo no sabía que necesitaba: enamorada, irónica, alegre, melodramática, tierna, estilizada (sabor: High School). Imparable. Pero nunca arqueológica: la melomanía de Glee parece estar al alcance de la mano y de la discoteca. Obvio que el sistema se cae de vez en cuando, pero cuando actualiza, mamma mia, here we again. How can I resist you? 


Uno de esos instantes gleezados, que entiende sobre que baila Glee se dio en el Glee.S01.E09.HDTV.XviD-2HD. Uno de esos momentos que muestran como Glee parte el núcleo de la canción para hacerla nuclear, tanto en términos radiactivos como narrativos (una bomba, para bailar esto es una bomba). Empieza la serie, estamos rodeados de nuestro propio Glee Club acomodando el culo en el sillón: el rasgeo de la guitarra arranca. El que la toca es Artie. Y si, es Dancing With Myself. Está solo en el escenario, atrás tiene el telón más violeta y más aterciopelado que Baz Luhrman puede llegar a comprar en la venta de garage de Judy Garland. La voz le gana al rasgeo. Artie, sus anteojos Anteojito, sus tiradores, su camisa abrochada hasta el último botón, dejan la guitarra en un costado y salen del plano. Y se van a bailar, de forma simple, sin nada de Aistare y todo sinceridad, en el pasillo de ese colegio secundario. Baila tranquilo, solo aunque haya gente y letras de crédito que se le sobreimprimen. Ellos, los del pasillo no están in the zone como Artie que sigue con la de Idol. Artie pasa del hallway al lunch room, donde esta ella: ella, como todas a las que les queremos cantar cosas que nos hacen bailar cuando nadie nos ve, va literalmente a otra velocidad. De hecho, todos están a otra velocidad: lo que podría ser estilización –que lo es- gana por ser educación sentimental (¿estamos en un colegio o no?) antes que por gestito de idea. Y, aparte, Artie va a la nuestra velocidad. Y lo sabemos. Por eso sentimos nos conmovemos pero ¡va un minuto de programa!¡Y es Glee, digo, Glee, todo bien con el reciclaje pop pero de ahí a emocionarse! Emoción, sincera y hasta musical en su abstracto andar y (en)cantar por nosotros. Artie vuelve al escenario que ahora vemos desde donde estaba aquel telón a la Sirk, baila un poco más, ahora a contraluz, con los brazos en el aire, en bamboleo y girando sobre su propio eje. Lo ve el Profe (sistema activado: si, el momento es emotivo, pero también es emotivo por que “pasa” dentro de narración Artie, de verdad, baila with himself). Se corta la guitarra, Artie canta el final a capella y sale del escenario.
Ah, Artie es parapejlico y está en silla de ruedas.
Obvio que la escena esta diseñada casi geométricamente pero parte de ese diseño industrial (Fox, chicos) y aquí la novedad es poner a circular en la ecuación la confianza ciega en la canción, en el personaje, en el musical, en la anarquía (Mercedes tira la primera piedra y canta, sin los límites del verosímil pero sí los del musical, Bust Your Windows. El daño estaba hecho y fue el mejor posible). En la resignificación y realimentación que género, personaje y canción como power trío ejercen uno sobre otro, en esa caricaturesca tensión funciona el sistema Glee y se hace operativo. Lo sabemos: Glee está diseñada para aquellos que soñamos con cantarle en ralenti a alguien y no podemos, ya sea por el No, por el Sí, por no animarnos a cantar o todas las anteriores. Glee es para los que sabemos que, perdón Village People, sí hay cosas que pueden para la música, y que las encontramos desde los pasillos del secundario hasta, o sé, el mostrador de la AFIP. Pero no nos importa, por que cuando no haya nada que perder y nada que demostrar (o todo lo contrario), estaremos bailando con nosotros mismos. Pensándolo bien, quizás no tan solos. Y eso no es una pavadita.